sábado, 14 de abril de 2012

Resumen de Teoría literaria - Diferentes abordajes teóricos



Formalismo: Los formalistas se oponían a estudiar las obras literarias en marcos que no le fueran propios, analizándolas desde puntos de vista ajenos al lenguaje. Su propuesta consistía en abordar la obra desde parámetros lingüísticos, utilizando un método de crítica literaria totalmente intrínseco, es decir, que partiera de la obra misma.
Rechazan la descripción centrada en explicaciones históricas de la critica literaria tradicional, valorando la estructura de la obra por sobre los datos biográficos el artista. Su propuesta teórica consistía en apartar la obra de la cadena histórica y analizarla atemporalmente. 
El formalismo enuncia que el arte es la distorsión creadora de la naturaleza mediante una serie de artificios, entendidos como procedimientos lingüísticos o mecanismos orientados a desautomatizar la percepción del receptor. Sus principales representantes son Jacobson, Slovsky, Tinianov, etc.


Grupo Bajtin: Contemporáneos a los Formalistas, este grupo también se preocupa por la cuestión de la especificidad literaria, pero conciben a la literatura vinculada con la ideología. La literatura representaría de modo específico los lenguajes sociales y sus conflictos.
Retoman la noción de signo de Saussure para elaborar sus planteos, pero se oponen a pensar que el signo carezca de toda connotación afectiva, social, moral o política.
Voloshinov afirma que todo signo es ideológico, ya que no solo refleja sino que refracta una realidad exterior a el. Es en el signo donde tienen lugar las tensiones ideológicas, ya que el signo, al ser habitado por la historia y los hombres que lo hacen es de carácter material.
Bajtin entiende que lo específicamente literario debe hallarse al considerar la obra en cuanto a su forma y a su contenido, ya que ambos son portadores de evaluaciones sociales. Toda obra condensa evaluaciones sociales a través del trabajo con los sobreentendidos, es decir, enunciados que manejan los participantes de un circuito comunicativo. Para llegar a esta conclusión confronta los discursos cotidianos con los artísticos:
En el discurso cotidiano, un emisor pronuncia un enunciado que, tomado aisladamente, se vacía de sentido. Es necesario que tanto emisor como receptor conozcan los sobreentendidos, que manejen el mismo contexto extraverbal.
Este contexto extraverbal se compone de: el horizonte espacial, el conocimiento y la comprensión de la situación y la evaluación con respecto a la situación.
Esto sobreentendidos, sumados a la figura tonal utilizada para la pronunciación del enunciado, posibilitan que emisor y receptor puedan comunicarse.
En el discurso poético, son los sobreentendidos los que organizan la obra, determinando, por ejemplo, la elección de las palabras. Por lo tanto, el discurso literario no es solo un sistema de signos ideológicos, sino un sistema de signos ideológicos-artísticos o ideologemas. Estos ideologemas se caracterizan por relacionarse con la especificidad del texto artístico (hacia adentro) y con la realidad exterior (hacia fuera).
Bajtin abre el concepto de género, distinguiendo entre géneros discursivos simples (que aparecen en la comunicación entre sujetos) y complejos (que se nutren de los primeros, transformándolos).
La clasificación de los géneros sería interminable, sería interminable ya que habría tantos géneros como esferas de la actividad humana. La literatura, entonces, pasaría a ser un género discursivo más, con sus particularidades.
Bajtin acuña el concepto de cronotopo, que define como un entrecruzamiento del tiempo y el espacio representados en el texto, cuya función narrativa es relacionarse de modo determinante con el conflicto y definir el perfil del héroe. Esta categoría posibilitaría el estudio histórico de la novela.


Abordajes sociológicos: Las teorías literarias de corte sociológico se concentran en explicar  los vínculos entre escritor, obra, público y contexto cultural desde el punto de vista de que es lo social y lo histórico, lo que confiere significación a la obra. De este modo, lo social y lo estético se consideran como aspectos inseparables.
Los pensadores de esta corriente abrieron las teorías marxistas al abordaje de cuestiones estéticas y culturales.
Lukacs, uno de los principales representantes de la corriente propone la teoría del reflejo: la obra de arte debe reflejar de manera realista el mundo social. Tal como el expresionismo reflejaría lo superficial de los fenómenos, el realismo habría captado sus fundamentos. En este sentido, la novela es clave en su teoría, ya que se define como género propio de la sociedad burguesa.
Para Lukacs, la representación de personajes tipo es la forma mediante la cual el realismo captaría la realidad en su esencia.
Además, valora el mayor alcance de público de la literatura realista respecto a las obras de vanguardia. La literatura es juzgada en función del papel que le era asignado políticamente (por el Proyecto Soviético).
Por último, Lukacs reconoce la operatividad para el análisis de observar las relaciones entre vanguardia y realismo, no solo concebidos como estéticas, sino dentro de la obra de un mismo autor e inclusive dentro de una misma obra.
Otro representante de la corriente, Goldmann, retoma la teoría de Lukacs como base para su sociología de la novela. Esta teoría recibe el nombre de estructuralismo genético.
Para Goldmann existe una correspondencia entre la estructura de la obra y las estructuras mentales de los autores, portavoces del grupo social al cual pertenecen.
De este modo, el autor se inscribe en un grupo y una tradición.
Por otra parte, esta teoría implica que la relación entre teoría y sociedad no esta dad por los contenidos, sino por la organización estructural.
El autor acuña el concepto de “visión del mundo”, que define como las formas o estructuras mentales colectivas mediante las cuales una clase social conforma un conjunto de ideas, que representan una respuesta a una situación histórica concreta.



Escuela de Frankfurt
Los principales representantes de esta escuela son: Adorno, Horkheimmer, Fromm, Marcusse y Habermas.
Para Adorno, la totalidad es el resultado de una percepción falsa, efecto de una mirada totalitaria que niega lo particular y lo fragmentario.
El arte y la Filosofía crítica deben reconocer esta mirada y resistir los discursos hegemónicos en un mundo que todo unifica, en la medida que pueda cambiarse por dinero.
Adorno revaloriza al género ensayo, en el que se explicita la relación existente entre los campos de la ciencia, la moral y el arte, ubicándolo fuera del discurso hegemónico y contra él.
Como oposición a la imagen engañosa de totalidad, Adorno plantea una “estética de la negatividad” (propia del género ensayo y  el arte de vanguardia) que consiste en un conjunto de procedimientos formales al servicio de desenmascarar a la sociedad capitalista.
Adorno reconoce la naturaleza social del arte y la Filosofia pero otorgándoles una autonomía tal que les permite oponerse a la sociedad.
Desde la distancia Crítica que les confiere su forma, tanto el ensayo como el arte de vanguardia hablan sobre el mundo, evocándolo no bajo sus propias leyes, sino develándolo desde las particularidades formales de la obra.
Por lo tanto, seria la literatura de experimentación, el rechazo a la tradición y la búsqueda de lo nuevo lo que genere el desarrollo de la historia de la estética y promueva un cambio social.

Umberto Eco

Teoría de la Recepción: Propone concebir como objeto de estudio las lecturas o interpretaciones que los textos promueven y la función que cumplen en la producción de nuevos textos ciertas lecturas y modos de leer establecidos en la sociedad. El objetivo es renovar la historia de la literatura partir de la redefinición del rol del lector.
Representantes importantes de esta corriente: Yvancos, Jauss, etc.

Para Yvancos la estética de la recepción implica cuatro desafíos:
  • Cambiar el concepto de “lengua literaria” por el de “uso y consumo de la literatura”, lo que implica entender la literatura no como un sistema con existencia en si mismo, sino como un acto de comunicación cuya realidad se garantiza al ser actualizado por el lector.
  • Concebir la categoría teórica de competencia literaria que presupone un lector que maneje una serie de saberes sobre convenciones literarias de índole textual y transmisión histórica, que le permitan reconocer las especificidades de cada género, las referencias, etc.
  • Concebir la interpretación como la creación de significado por parte del lector, de modo que se entienda que la obra no es independiente de la mirada del lector.
  • Redefinir la historia de la literatura atendiendo a la historicidad de las lecturas.

Jauss, por su parte, plantea una concepción artística que no descarte ni lo histórico ni lo estético, a la que propone entrar a partir de la función del lector.
Al respecto enuncia siete tesis, a saber:
·        La historicidad de la Literatura se basa en la experiencia de los lectores. Esto implica que una historia de la literatura es considerada como una lectura posible entre otras. Se deja de lado el carácter objetivo para centrarse en que y como se lee.
·        Un lector tiene experiencias literarias que actúan en la recepción, que implican cuestiones relacionadas con el género, la forma, etc.) de carácter trans-subjetivo, es decir, exceden al sujeto particular, lo que permite transformar los actos de percepción en una cuestión objetiva, dimensionable. Estas experiencias literarias trans-subjetivas constituyen un horizonte de    expectativa (desde el cual los lectores interpretan) que cambia con las nuevas lecturas y experiencias de vida.
·        Existe una distancia estética entre el horizonte de expectativa existente y la capacidad de cambio que trae una obra. La reconstrucción del horizonte en el que aparece una obra del pasado hace posible determinar su carácter de obra de arte a partir del análisis de las reacciones del publico y la crítica
·        Esta reconstrucción del horizonte del momento de producción de una obra permite recuperar también las preguntas a las que el texto habría dado respuesta.
·        La obra debe estudiarse como acontecimiento, como lectura y respuesta de textos anteriores y como punto de partida de nuevas respuestas. Es decir, situar la obra diacrónicamente permite fusionar el horizonte desde el que se lee con los horizontes anteriores para comprender su historicidad.
·        Este punto amplía el anterior. Sincronía y diacronía interactúan dialécticamente. El estudio sincrónico permite concebir el estudio de un sistema de relaciones en la literatura de un momento histórico.
·        La historia de la literatura alcanza su objetivo cuando se la concibe como una historia especial en relación con la historia general. La función social de la literatura se revela cuando la experiencia literaria del lector repercute en su comportamiento social.
Esta perspectiva permite, en el plano de la Didáctica, ver al alumno y al docente como lectores, con distintas competencias literarias, construidas desde distintos horizontes de expectativa.



Estudios culturales: En la década del 60 aparecen estudios que toman como objeto fenómenos culturales abordándolos desde una perspectiva histórico-social. Esta corriente entiende la cultura en su dinámica, sus procesos de cambio.
Su principal exponente es Raymond Williams.
Williams revisa críticamente la teoría marxista, dirigiendo su investigación al análisis de los componentes y figuras de la cultura burguesa. Para ello, toma las producciones culturales y las aborda en sus especificidades, sus elementos constitutivos, su movimiento interno y su evolución.
Con respecto a la evolución de las producciones culturales, Williams aporta dos nociones fundamentales: Tradición selectiva y estructuras del sentir.
La Tradición selectiva permite captar la dinámica del conflicto en el interior de una cultura. Considera al campo de la hegemonía cultural (lo aceptado, lo dominante) como un espacio de enfrentamiento donde cada fenómeno selecciona del pasado otro fenómeno con el que filiarse y tejer la tradición.
Las estructuras del asentir, permiten entender el cambio en los fenómenos. Williams las define como un horizonte de posibilidades imaginarias que incluye tanto formas como ideas respecto de un campo social y cultural. El movimiento en la historia se produciría, entonces, cuando la estructura vigente ya no puede contener ni decir las novedades sociales.



Nueva historia cultural: Esta corriente de análisis aparece en los años 80. Su propósito es integrar en un solo relato todas las “historias de” (arte, literatura, etc.) en una historia cultural integrada.
Se entienden las producciones culturales teniendo en cuenta sus productores, revalorizando el elemento individual.
Roger Chartier, uno de los principales exponentes de la corriente, cuestiona los paradigmas estructuralista y marxista, que trataban de identificar las estructuras y las relaciones que, independientemente de las percepciones y las intenciones de los individuos, se suponía que regían los mecanismos económicos, organizaban las relaciones sociales y engendraban las formas del discurso.
Chartier señala tres giros que marcan el cambio de paradigma:
·        Giro lingüístico: Implico entender la historia como una matriz discursiva. Esto da a la literatura un puesto privilegiado, ya que la narrativa y la poesía representan los indicadores más sensibles del clima cultural; se privilegia el discurso narrativo ya que es este el que cuenta la historia.
·        Giro hacia adentro: Propone orientar los estudios hacia los ámbitos privados (hogar, sentimientos individuales, sexualidad, etc.)
·        Giro hacia afuera: Implica la consideración del otro como sujeto desde el cual también se mira, de modo que se rescate la identidad de grupos marginales y voces reprimidas por al historia oficial.

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