miércoles, 4 de abril de 2012

Racionalismo Versus Empirismo - Descartes, Locke y Hume



Trabajo Práctico 4
1)
            El racionalismo es una corriente filosófica que exalta la importancia de la razón y el pensamiento, aislándolos del vínculo que puedan tener con la experiencia.
            Las principales características de la doctrina racionalista son: la existencia de ideas innatas; la relación directa entre el pensamiento y la realidad; la noción de que el conocimiento es de tipo deductivo (tal como en las matemáticas); el carácter dual de la sustancia (res cogitans y res extensa).
            Para los pensadores racionalistas, el conocimiento se origina en la razón, con total independencia de la experiencia sensible, por lo tanto, consideran a la realidad verdadera en tanto sea posible comprenderla.
2)
            Descartes considera necesaria a la duda como recurso metodológico, aplicable tanto a los sentidos como a los contenidos de la conciencia. Este método, denominado duda cartesiana), consistía en poner en cuestión sistemáticamente todos los conocimientos que se daban por sentado.
            La duda cartesiana consta de diferentes momentos o fases. En primer lugar, la duda se aplica tanto a lo percibido por nuestros sentidos, que suelen engañarnos (ejemplo: ilusiones ópticas) como a los sueños.
Luego, Descartes aplica su método al conjunto de pensamientos que damos por verdaderos (en particular los matemáticos).
            Es en el momento en que parece que de nada puede fiarse en que Descartes encuentra algo que le es imposible cuestionar: mientras duda está pensando, por lo que, al ejercer el pensamiento, su propia existencia queda demostrada.
3)
            En cuanto Descartes pone en duda los pensamientos que se tienen por ciertos (en particular los matemáticos) se plantea la existencia hipotética de un ser poderoso que podría inducirnos al error. Descartes se resiste a identificar a este ser con Dios, ya que este no puede, por su esencia, engañarnos. De modo que supone la existencia de lo que llama el “genio maligno”, encargado de convencernos, mediante su astucia, de que lo que percibimos y pensamos es “real”.
            Descartes utiliza la hipótesis del genio maligno para justificar la apariencia de realidad de las cuestiones que él pone en duda (la validez de la experiencia y el pensamiento).
            Por otra parte, esta hipótesis permite salvar las distancias entre los principios racionalistas de Descartes y la doctrina cristiana (la idea del bien y del mal, cuyas personificaciones son Dios y el diablo).
4)
            Es al llevar la duda a su máxima expresión, dudando tanto de lo que perciben sus sentidos como del conjunto de conocimientos que se dan por validos, que Descartes llega a una evidencia que considera irrefutable: si duda, piensa y si piensa, quiere decir que existe.
            Es posible dudar de la información que perciben los sentidos, así como también de toda actividad propia de la razón, pero no de que al ejercer la duda se esta pensando, y si se piensa, significa que el ser que piensa debe tener existencia (cogito ergo sum).
5)
            El pensamiento, como evidencia de la existencia del yo, permite a Descartes distinguir en la realidad, dos tipos de sustancias: la que piensa (res cogitans) y la que no (res extensa). Esta división también puede enunciarse como yo/mundo, espíritu/materia y mente/cuerpo. La propiedad primera de la mente es el pensamiento, mientras que la del cuerpo es la extensión.
            En cuanto a estas sustancias, es posible establecer una supremacía de la mente sobre el cuerpo, del yo por sobre el mundo material, ya que si bien no es el sujeto quien origina la realidad, es su conciencia quien la fundamenta y legitima.
            Esta concepción se adecua a las nuevas ideas de progreso que conducirán al desarrollo de la técnica y una visión instrumental que considera al mundo como subordinado a los intereses del hombre.
6)

 7)
            Los empiristas niegan la posibilidad de que el sujeto posea ideas innatas, anteriores a cualquier adquisición de datos. Para demostrarlo, Locke se sirve de ejemplo del caso de los niños, los cuales desconocen las proposiciones consideradas universales para los racionalistas (todo lo que es, es; es imposible que una cosa sea y no sea).
            De esta manera demuestra que solo conocemos a partir de las impresiones que tenemos de los objetos y fenómenos externos, así como de la observación de nuestras propias operaciones mentales.
8)
            Los filósofos empiristas afirmaron que todo conocimiento se origina y funda en la experiencia sensorial. Todo nuestro conocimiento deriva de nuestra observación, tanto de los objetos sensibles externos como de las operaciones internas de nuestra mente, percibidas por nosotros.
            Por lo tanto, el enfoque del que se sirve el empirismo es de tipo psicológico, ya que el conocimiento es considerado un proceso psíquico.
9)
            Hume llama impresiones a los fenómenos psíquicos actuales e ideas a las representaciones que se forjan en nuestra mente de tales impresiones. Por ejemplo, mientras vemos una película, percibimos diferentes impresiones de la misma, que permiten que luego elaboremos ideas al respecto o simplemente la recordemos.
10)
            Hume considera necesario analizar las ideas de modo tal que se haga manifiesta la impresión de la cual proceden. Si esa impresión se manifiesta claramente, la idea es legítima. Si por el contrario, no aparece, entonces la idea es una ficción, concebida por nuestra imaginación, ya que es imposible que le corresponda realidad alguna.
11)
            Hume revisa la idea de sustancia para corroborar su veracidad. Para ello, primero busca la impresión de la que esta idea proviene y, al no encontrarla en las impresiones externas percibidas por los sentidos, llega a la conclusión de que tal idea es ficticia, es decir, ha sido concebida por el hombre, sin ninguna correspondencia con la realidad.
12)
            Hume critica la concepción cartesiana del “yo”, la cual afirma que en todo momento somos concientes de su existencia. Tampoco encuentra Hume ninguna experiencia sensible que derive en la idea de “yo”. Lo que consideramos el yo, es aquello a lo que se refieren nuestras ideas e impresiones, contenidos de conciencia que se suceden en nuestra mente con rapidez. La imaginación sería responsable de esta representación, la cual se ve condicionada por la asociación de ideas. Por lo tanto, tanto el “yo” como “el mundo”, no son esencias sustanciales, sino ficciones amplificadas de ciertos procesos de conciencia. 

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