miércoles, 22 de agosto de 2012

Una experiencia de producción de material didáctico digital aplicado a la enseñanza de la Literatura



Comenzaré el relato de mi experiencia comentando un poco el contexto dentro del cual  se desarrolló. La actividad se enmaró dentro de un proyecto elaborado para mi práctica de tercer año del Profesorado en Lengua y Literatura, que curso en el Instituto de Formación Docente Nº 19 de la ciudad de Mar del Plata. El proyecto fue llevado a la práctica durante mi período de residencia, que realicé en la Escuela de Educación Técnica Nº 3, con un grupo de alumnos de primer año del turno vespertino. Este grupo se conformaba por alumnos de entre veinte y cuarenta años, que, en gran parte,  pertenecían a un nivel socio económico correspondiente a la clase media-baja[1]
El tema que desarrollé en el itinerario didáctico fue la “Ciencia Ficción”,  decisión que fue orientada por diferentes criterios. En principio tuvieron mucho que ver  mis gustos personales. Soy un voraz lector del género y la elección del corpus literario no significó mayor problema que decidir qué textos tendría que excluir de todos los que me parecían perfectos para trabajar. El Diseño curricular de 1º año, por su parte, justificaba la elección del tema, considerando que la Ciencia Ficción se vincula directamente con los potenciales intereses de los alumnos[2] y, a su vez,  ofrecía como sugerencia algunos autores para trabajar el género[3]. También me pareció un buen tema para trabajar con estudiantes de una escuela técnica, aplicados al estudio diario de materias relacionadas con la Ciencia, tales como Física, Química,  Electromecánica, etc. Por último, desde el vamos tenía ganas de trabajar los contenidos valiéndome de recursos digitales, y aunque todavía no sabía bien cómo, este género se presentaba como una excelente oportunidad para hacerlo.
 La actividad que en particular quiero contarles la desarrollé a partir de del guión radiofónico de La guerra de los mundos, basado en la novela del mismo nombre, escrita por Herbert Wells. Respecto a este texto, creo necesario hacer un breve comentario acerca del  contexto de sus diferentes emisiones públicas.   

En la novela homónima se describe, por primera vez en la historia de la Literatura, una invasión marciana a la Tierra. El radioteatro (protagonizado por un joven Orson Wells y escrito por Howard Koch), se emitió originalmente en 1938 por una emisora estadounidense. Durante la emisión, un gran número de oyentes creyó que en realidad se estaba produciendo una invasión extraterrestre, por lo que, presas del pánico, intentaron escapar de la ciudad, causando accidentes de tránsito y caos generalizado. Más adelante en 1949, en  la ciudad de Quito, Ecuador, otra vez esta representación fue considerada “real” por su público. Pero esta vez  la cosa terminó mal. Al darse cuenta de que no existía ninguna invasión, un grupo de oyentes enfurecidos se acercó hasta la radio y tras apedrearla,  la incendiaron, dejando un saldo de 35 víctimas mortales.[4]

Me detengo en estos hechos ya que fueron los que me decidieron a trabajar el texto (fue imposible obviar la atracción que la reputación de texto “maldito”  genera).
La extensión del original (unas 30 páginas en la edición de Editorial Cántaro que consulté[5]) hacía imposible su representación en clase sin hacer un recorte. Sin embargo, me parecía que si me limitaba a una selección de fragmentos se perdía la continuidad de la historia y con ella gran parte del efecto que esperaba generar en los chicos.
Además, al analizar el guión no sólo se me  presentaban obstáculos de tipo cuantitativo, sino también otros, más relacionados al lenguaje utilizado en el texto. Ciertas expresiones que, en la época que el guión fue escrito solían utilizarse, hoy resultaban arcaicos y ya imaginaba las dificultades de los alumnos para seguir la historia, lo que se reflejaría en el aburrimiento general. Por otra parte, los nombres y apellidos de los personajes (Carl Phillips, el profesor Pierson, etc.), así como también las referencias a lugares concretos en los que los marcianos hacían de las suyas (New Yersey, Whashington D.C.) no contribuían demasiado a dar verosimilitud a la historia. Por el contrario, sabía que si los chicos escuchaban apellidos familiares (un García, un Pérez) y reconocían los lugares nombrados como cercanos (Dolores, Gral. Madariaga, Mar del Plata) podrían sumergirse con más facilidad en la trama.
Por todos estos motivos decidí embarcarme en una adaptación que, si bien tuvo mucho de poda (reduje el texto original a no más de 10 carillas), no creo que pueda considerarse una masacre indiscriminada. En el proceso intenté guiarme por algunos criterios de selección y jerarquización, tales como evitar la fragmentación de la historia en trozos inconexos, respetar la secuencia temporal de los sucesos y conservar la apariencia del texto como un todo, que permitiera a los alumnos reconocer claramente el comienzo, las diversas complicaciones y el  desenlace. Además, si bien mi primer idea fue que la lectura del guión estuviera a cargo enteramente de los alumnos, por recomendación de la profesora a cargo de la práctica decidí articular la representación de modo de ir alternando la reproducción de segmentos grabados “en diferido” y otros leídos por los alumnos en el aula, lo que implicó una selección de los papeles más adecuados para cada situación.
Ahora bien, en concreto quisiera comentar la forma en que utilicé en este proceso una de las más conocidas herramientas digitales de edición de texto, es decir, el Word.
En principio busqué en la red una versión digital de la obra, para no tener que transcribirla o escanearla, lo que no resultaba del todo viable. Por suerte encontré una versión del guión realizada por un tal Jorge Álvarez (mis sinceras gracias Jorge) para la Academia de las Artes y las Ciencias de Radiodifusión de España[6]. A partir de éste y consultando la traducción de Cántaro cuando surgía un problema con algún diálogo armé mi propio archivo en Word. Cortando y pegando, resumiendo y modificando, a veces simples palabras, a veces párrafos enteros.
 A decir verdad, respecto a las nuevas tecnologías, en esta fase no hay demasiado por resaltar. Apenas la importancia que para mí tienen las secuencias del teclado a la hora de facilitar y reducir el trabajo de escritura. Sin Ctrl + C (copiar) y Ctrl + V (pegar) hubiera demorado bastante más en la transcripción del texto. Tampoco quiero olvidarme del Ctrl + Z (deshacer), que solucionó varios errores y horrores en los que tropecé,  ni menos de Ctrl + B (buscar) y su gran ayuda al momento de modificar los nombres y las referencias.
 Por fin, luego de escuchar y aprovechar críticas y recomendaciones que insistían en bajar a un tono más coloquial tal o cual parlamento, llegué a un texto cuya lectura duraba aproximadamente 40 o 45 minutos.
Luego llego el momento de grabar. Junto con dos de los mejores compañeros que uno pueda tener nos convertimos, por un rato, en los personajes del guión, tratando de dar con el tono de urgencia que los eventos narrados evocaban. En realidad,  creo que salió bastante bien, a pesar de nuestra escasa experiencia como actores. En esta oportunidad, el empeño y la buena voluntad  contribuyeron  a atenuar las imperfecciones que, si bien existieron, no opacaron el producto final.
¿De qué manera fueron grabados los diálogos? En no más de dos sentadas, con un par de reproductores de audio digital (del tipo mp3) sobre la mesa y mucho café. Si bien luego de la escucha de este material repetimos algún diálogo para conseguir una mejor toma, la etapa de grabación, personalmente, aportó  más diversión que problemas.
A continuación pasé a editar el sonido. Luego de cargar (vía USB) todos los archivos a mi computadora, me dispuse a escucharlos mientras les hacía ciertos retoques básicos como: eliminar los silencios al  principio de cada grabación, hacer fade out o desvanecimiento al final y normalizar el volumen de todos los fragmentos, es decir, que sonaran parejo, sin diferencias que sean demasiado perceptibles. Esto me llevó un buen rato pero, ¡qué alegría cuando al final tenía una carpeta en el escritorio con todos los archivos editados y renombrados según su ubicación dentro del guión!
¿Qué aplicación utilicé para hacerlo? Existen muchas capaces de realizar estas operaciones, inclusive algunas pueden procesar todos los audios a la vez. Sin embargo, me decidí por Sound Forge, programa que combina la potencia con la versatilidad y exige al PC requerimientos mínimos. Por otra parte, al ser muy conocido existen cientos de tutoriales en You tube (del estilo “haga clic derecho aquí, luego vaya al menú Herramientas…”) que permiten al novato acercarse a la edición de audio sin el temor que provoca el desconocimiento[7].   

Una vez que edite las partes, tenía que crear un todo con ellas y para eso necesitaba una aplicación que me permitiera ensamblarlas. Adobe Audition fue la solución. En este caso también recurrí a tutoriales on line[8], y si bien no creo estar a la altura de un  profesional, la intuitiva interfase del programa, que muestra a los sonidos como “ladrillos”, los cuales es posible acomodar aquí o allá simplemente arrastrándolos con el mouse, me permitió llegar a un audio más que aceptable para llevar al aula.

Pero aún faltaba algo, fundamental a la hora de atraer la atención de los alumnos, acostumbrados a bostezar profundo luego de más de 10 minutos de escuchar la lectura de un  texto: los efectos de sonido.
Para la selección los efectos del guión opté  por utilizar sonidos “reales”, es decir, extraídos de situaciones verídicas, como por ejemplo, los gritos de muchedumbres aterradas por un terremoto, armas de fuego efectivamente disparadas, motores de aviones, etc. ¿De qué archivo obtuve estas muestras? De uno de los más grandes y mejor clasificados: You tube. Para ello utilicé un simple programita gratuito,  el Free Audio extractor, que en dos clic extrae el audio de cualquier video alojado en sitio de Internet.
De más esta decir que también me divertí mucho seleccionando los efectos y hasta incluí el audio que precede a la cadena nacional, para el discurso del Ministro del Interior, lo que contribuyó a dar una mayor ilusión de realidad a los hechos narrados.
Al final, luego de todo este esfuerzo, tuve el guión mezclado y dividido en tres archivos que cargué en mi celular, listos para ser reproducidos apretando un simple botón, por medio de un juego de parlantes que llevé a la escuela con ese fin.
Ya en clase, entre reproducción y reproducción, los alumnos que participaron en algunos pequeños papeles, el profesor orientador y yo leímos nuestros diálogos  “en vivo”, al tiempo que accionaba efectos de misiles, rayos láser y aviones que caían en picada, retumbando por los pasillos de la escuela.
Los chicos respondieron mejor de los que esperaba. Acompañaron la lectura del guión en todo momento y  reaccionaron ante cada guiño presente, tanto en el texto como en el audio. Tuvieron la oportunidad de acercarse a una versión de un clásico del género y apreciarlo de manera dinámica  y amena.
Al terminar la representación abrí un espacio de intercambio para que compartieran su opinión acerca de la obra. En este punto hice preguntas tales como: ¿Creen qué la reacción del público oyente en Nueva York y en Quito estaba justificada?; ¿Qué recursos aportan más a dar una “ilusión de realidad” a la representación?; ¿Los avances en efectos especiales actuales harían posible que una representación similar fuera “dada por cierta” hoy por los espectadores? De esta manera, intenté a través de opiniones y comentarios dar una breve introducción al concepto de verosimilitud, al tiempo, que propicié la reflexión acerca de la importante influencia que los medios de comunicación ejercen sobre todos nosotros.
Por último, y para cerrar el cometario de la actividad, debo agregar que el audio resultante de la clase fue enviado a la Biblioteca Pública Municipal Parlante para ciegos, con la intención de que los alumnos consideraran su aporte significativo al poder ser compartido y aprovechado por otras personas.

Para finalizar relato de esta experiencia me gustaría comentar cuál fue mi intención al contarlo en el marco de esta jornada.
Por una parte traté de exponer ante ustedes, de la forma más amena y clara que me fue posible, los diferentes tramos del proceso que me llevó a la producción de este material, así como también la respuesta concreta que recibí por parte de los alumnos durante su desarrollo en el aula. Por otra parte, también considero este relato como un pequeño aporte que quiere contribuir, tanto al esclarecimiento de algunas dudas que se presentan ante el docente que busca incluir las nuevas tecnologías en su práctica cotidiana, como a la réplica de algunas de las muchas y variadas objeciones que suelen argumentarse a la hora de plantear el uso didáctico de estas herramientas en el aula.
¿Cuáles son estas objeciones?
1) La  falta de recursos (computadoras para los alumnos, gabinetes de computación en las escuelas, etc.); 2) el desconocimiento de los docentes acerca del manejo de las nuevas tecnologías; 3) la extrema complejidad que conlleva la producción de un recurso digital, sumada a la falta de tiempo para hacerlo; 4) la falta de un programa de formación para el docente que enseñe como aplicar estas herramientas a los contenidos y a la práctica áulica concreta, etc.
En primer lugar, debo decir que, en el momento de la producción, utilicé sólo un grabador digital (cualquier mp3 o celular tiene uno incorporado), mi computadora personal (un modelo bastante básico) y  una conexión a Internet. Ya durante la clase, me serví simplemente de un par de parlantes y un celular.  Segundo: Sin Google  y los tutoriales de You tube no hubiera podido llegar a editar nada. Me hubiera perdido entre todos los menús y las funciones de cada programa. Realizar una búsqueda en la Web y mirar un video para aprender tal o cual procedimiento no me convierte en un experto en computación, pero sirve perfectamente para obtener resultados rapidos y concretos. Tercero: En principio estoy de acuerdo, puede ser complicado elaborar un material didáctico digital. Sí, consume determinada cantidad de tiempo. Sin embargo, creo que debe valorarse la forma en que los alumnos responden ante este tipo de materiales: les gustan, se relacionan directamente tanto con sus intereses como con su cotidianeidad. Y esa debería ser una prioridad para nosotros como docentes, si lo que queremos es recuperar su atención. Además, este tipo de materiales es altamente reutilizable, pudiendo adaptarse a diferentes necesidades, grupos y contextos, lo que permite ahorrar ese tiempo que por otro lado se esgrime como excusa. Por ejemplo, esta actividad puede adaptarse tranquilamente en Literatura de  5º año, en que se vuelve a trabajar la Ciencia Ficción. .  
La última objeción es, tal vez, la mejor fundamentada. En la mayoría de los Profesorados de Formación Docente, la enseñanza y aplicación de las nuevas tecnologías en el aula ocupa, con suerte, un lugar accesorio y marginal, lo que provoca una brecha entre alumnos y profesores que o se ignora, o se trata de resolver de la manera en que cada docente (según sus competencias) puede.
Porque, ¿qué hacemos con las netbooks si nadie nos enseña antes ha trabajar con ellas? En este caso no basta con simples tutoriales de Internet. Todo docente que comienza a dar clases debería contar con una base sólida en Informática, sumada a claras orientaciones didácticas para su implementación en el aula, para así poder trabajar de manera acorde a los adelantos tecnológicos con los que convivimos.
Aplicar y enseñar a trabajar con las nuevas tecnologías es y debe ser responsabilidad de la escuela. Y esta responsabilidad no recae solamente en un área en particular sino en  todas y cada una de las asignaturas. .
Es necesario superar los miedos y la resistencia,  para poder embarcarse en esta nueva aventura y atraer la atención de los alumnos con estrategias creativas y novedosas, renovando la forma en que juntos, docentes y alumnos, nos acercamos al conocimiento.



Referencias Bibliográficas

[1] Para llegar a tal diagnostico me serví de los parámetros explicitados por la Asociación

[2] Diseño curricular para 1º año (7 º ESB), Prácticas el Lenguaje, Pág. 217.
  [3] Ibíd., Pág. 237.
 [4] Para más información al respecto:
[5]  La guerra de los mundos, Koch  Howard / Wells, Herbert George, Colección Del Mirador, Editorial Cántaro, 2004.

2 comentarios:

  1. En breve publicaremos el proyecto completo para que puedan utilizarlo y adapatarlo en sus clases.

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  2. Porfa, en lo posible suban proyectos como para tenerlos de referencia. MILES de gracias

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